domingo, 17 de junio de 2007

Bob Dylan. Blood On The Tracks (1974-1975)


Rogelio Llanos, gran admirador de Dylan, nos envía este artículo sobre el reciente ganador del Premio Príncipe de Asturias.



I been meek
And hard like an oak
I seen pretty people disappear like smoke
Friends will arrive, Friends will dissappear,
If you want me, honey baby,
I´ll be here.

(Bob Dylan, Buckets of Rain, 1974)


....simplemente, se fue tras las verdes praderas,
pero ya la hemos olvidado.

- I -
Es el invierno de 1974. La vida afectiva y sentimental de un Dylan nuevamente prolífico y creador está pasando por un período crítico que ya se viene arrastrando desde el año anterior. Dudas, reproches, mujeres, angustia, soledad, y el camino, el siempre largo y sinuoso camino con The Band como cómplices de una gira memorable registrada en una placa impactante, Before The Flood. Y luego, hacia la primavera y el verano de ese año intenso, Dylan se desplaza entre Nueva York y Minneapolis (Minnesota), yendo en sentido inverso a la ruta de sus inicios, de cuando empezó, en aquel crudo invierno en el que por toda compañía tenía una guitarra y una armónica. Ahora, solitario y golpeado, siente la imperiosa necesidad de descargar la tristeza acumulada, apelando a los recuerdos, al susurro intimista, a la confesión desgarrada, dejando en cada verso proferido el alma entera, el corazón destrozado. La sangre en las pistas.

El sonido inicial, melancólico y perezoso de las guitarras, da paso a la historia de un Dylan inspirado que aún no sabe, pero sí tal vez lo intuye, que está a punto de lograr una nueva obra maestra musical: una mañana de sol brillante, muy temprano, aún en la cama, el alter ego dylaniano se pregunta inquieto si la mujer amada, pelirroja para más señas, ha cambiado, o si el color de sus cabellos sigue siendo el mismo (Tangled up in blue).

Tal es el comienzo de una aventura cuyo desarrollo tiene lugar sobre el paisaje americano y cuyas vibraciones tienen un profundo eco sobre los sentimientos, actitudes y conducta de este personaje fascinado por una mujer que se divorció para casarse con él, pero que poco tiempo después lo dejó en la ruta sumido en la tristeza diciéndole, a manera de despedida, que tal vez algún día se encontrarían en la carretera.

El final de la historia, luego de la aventura física narrada y del desborde emocional, tiene un corolario de armónica y guitarras que repiten la melodía de cada estrofa, subrayando con sus acordes lo que Dylan recorrió anteriormente con voz emocionada. La melodía tiene ahora un ritmo más movido, más optimista tal vez, pero eso es sólo el comienzo de un disco que luego da cuenta de los diferentes estados de ánimo del autor que, a despecho de lo que está sucediendo en su ámbito familiar, está pasando por un gran momento creativo.

- II -

Un pequeño prólogo musical de guitarras acústicas sirve de introducción a la historia de la pareja que ve pasar el tiempo sentada en un parque mientras el día empieza a morir, caminan confundidos a lo largo de las calles y entran a un hotel. A lo lejos, escuchan el sonido de un saxofón. Ahora Dylan permanece en silencio, mientras la armónica y las guitarras recrean ese silencio y el encuentro furtivo de los amantes. La música da paso a la voz, cuando ya es de día y el personaje está sólo y abandonado en la habitación, sintiendo el vacío, el tic tac del reloj imposible de parar. Y el lamento final: ella nació en primavera y yo mucho más tarde, pero de ello sólo sólo son culpables los simples y extraños giros que da el azar (Simple Twist of Fate).

Tras el vacío y la soledad, la reflexión en You´re a Big Girl Now. Sí, el diálogo y el tiempo compartido fue dulce pero muy corto y ahora él está bajo la lluvia y ella, la gran chica, ahora una gran mujer, en la acera opuesta. Sólo queda cantarle y sentir vergüenza o tristeza porque aquella bella historia compartida no pudo durar. Y sufrir con ese dolor punzante e imparable que estruja inmisericorde el corazón. La instrumentación final sobre la base de guitarras y armónicas recorre, una vez más, el camino melódico que la sentida voz de Dylan ha trazado.

- III –

Pero de pronto la furia se abre paso con la fuerza del viento que arrasa todo, sin importar si el pasado fue hermoso o si la reconciliación es posible. Con la violencia de un torbellino, un Dylan vigoroso arremete agresivo desde el arranque contra todos aquellos que están tejiendo e imaginando historias oscuras acerca de él (¿o de su alter ego?). Y en ese devastador alegato tampoco hay compasión para la mujer que hirió sus sentimientos, que despreció lo que él más amaba y que cubrió la verdad con mentiras.

Dylan ha sabido ser duro en diferentes etapas de su vida. Y hay canciones terribles dedicadas a gente que en algún momento despreció (los políticos o militares en Masters of War, del álbum Freewheelin’ Bob Dylan) o que sintió que lo traicionaba (Carla Rotolo, hermana de su pareja, en Ballad in Plain D del álbum Another Side of Bob Dylan). Idiot Wind es poseedora de aquella fascinación propia de las grandes obras maestras, encierra esa extraña mezcla de violencia y belleza que nos atrae irremediablemente y que nos conduce de manera escalofriante hacia el mismo corazón de las tinieblas.

Inolvidables por lo duras que son, muchas de las frases de esta composición de casi ocho minutos de duración: “descubrirás que cuando yo esté en la gloria, tu estarás en el fondo” (pero no en el olvido, agregaríamos). Y el desprecio llega a su cenit con “no puedo recordar tu rostro, tu boca es diferente, tus ojos ya no se reflejan en los míos....no puedo sentirte más, ni siquiera puedo tocar los libros que tú solías leer...” . Y la ráfaga final en el estribillo que oscila entre la ira, la burla y el desprecio: “Eres una idiota, querida, es maravilloso que aún sepas cómo respirar”. Desprecio, sí, pero también dolor.

- IV -

El dolor, la pena, la soledad estan presentes a lo largo del disco. Y después del arrebato, la serenidad. La calma después de la tormenta la vivimos en You´re Gonna Make me Lonesome When You Go. Es posible ahora, entonces, disfrutar del paisaje, de las flores que crecen en las colinas, del canto acompasado de los grillos, del río cuyas aguas discurren perezosa y lentamente. Y en medio de ese ambiente bucólico, el sueño de estar junto a ella, por siempre, sin apenas darse cuenta del tiempo que transcurre con rapidez. Pues lo cierto es que ella está en todos los lugares del mundo, en el cielo, en la hierba que crece libremente, en los amores vividos.

Las estaciones, los pueblos, la carretera, la pradera son parte del paisaje que se describe en el Blood on the Tracks. Sirven al mismo tiempo de telón de fondo del itinerario vital del personaje. Es también el reflejo de su aventura interior. Un lugar en uno de los numerosos caminos del paisaje norteamericano, puede ser un punto de encuentro de los amantes. Puede ser también el lugar de una cita que nunca se realizó como en Meet Me in the Morning, hermoso blues arrastrado pautado por unas guitarras de sonidos dulces y melodiosos que contrastan con la voz de un Dylan quejumbroso que apela a la naturaleza y a las resonancias marinas (Conrad está presente también a lo largo del disco) para hacer un apunte de su amor contrariado: “Mira al sol hundiéndose como un barco en el horizonte, ¿no queda, acaso, así mi corazón, pequeña, después de que tú besas mis labios?”.

- V –

La armónica rompe la atmósfera melancólica instaurada por los temas precedentes. Estamos frente a un ambiente westerniano, con varios personajes: Lily, Rosemary and the Jack of Hearts, pero, además, está el observador, que nos cuenta la historia, ese personaje itinerante que en su recorrido por los muchos caminos que conducen al Far West de repente hace un alto, entra en el pueblo, pasa por el saloon, escucha la música que de allí proviene y queda encandilado mirando la acción que allí tiene lugar.

Dylan se desplaza entre el Jack of Hearts y el narrador que da cuenta del triángulo amoroso Lily- Big Jim-Rosemary. El Jack of Hearts es un personaje enigmático, que cumple la misma función que tuviera el Alias en el film Pat Garrett y Billy the Kid (Sam Peckinpah, 1973) y que personificara el mismo Dylan: es testigo de lo que allí ocurre, no sabemos qué piensa, toma partido según lo que su moral le dicta.

Historia de cabareteras, truhanes y juez borrachín. Ficción dentro de la ficción. Todo el mundo conocía que Lily tenía el aro que Jim le había obsequiado y nadie podría interponerse entre ambos, nadie salvo el Jack of Hearts, dice la canción. Rosemary estaba cansada de tener el rol de esposa de Big Jim. Ella se veía a sí misma cabalgando con el Jack of Hearts, comenta también la crónica. Un descenlace con un cuchillo en la espalda de Big Jim, la soga en el cuello de Rosemary y una Lily reflexiva pensando en sus compañeros, pero sobre todo en el Jack of Hearts, cierra la historia al compás del country brioso que la armónica de Dylan desgrana y que mágicamente nos traslada hacia uno de aquellos olvidados lugares del viejo oeste americano.

- VI -

La ficción también es trágica, también es melancólica. Y a pesar del ritmo galopante de Lily, Rosemary y Jack of Hearts, esos sonidos finales de armónica que se van desvaneciendo en el tiempo dejan un sabor agridulce y motivan el retorno hacia los recuerdos, hacia los buenos deseos, hacia el saludo postrero a la mujer amada.

If You See Her, Say Hello es delicada, sensible, cuidadosa. Él pide a quien vea a la mujer que amó, que le dé su saludo, no sabe por dónde anda ella, tal vez esté en un lugar muy lejano –en Tanger, quizás. No la ha olvidado, aún piensa en ella con cariño y a pesar de la distancia, ella está en su corazón. Entre el arrepentimiento y la justificación, entre el deseo de reconciliación y la pasión, Dylan expresa angustia y en gesto contrito clama finalmente por su presencia... si tuviera ella un poquito de tiempo. No hay sonidos de armónica luego del último verso de la canción, sólo sonidos nostálgicos de cuerdas que semejan los movimientos de ida y vuelta de un pincel en los últimos trazos sobre un lienzo en el que ha quedado impresa el alma del pintor.

Y luego, la historia en un tiempo no definido, pero un tiempo duro y de violencia, “donde la ignorancia era una virtud y el camino estaba lleno de fango”. Shelter from the Storm nos habla del hombre acosado por el entorno agresivo y bestial, golpeado, saqueado y excluido, cansado de pelear y casi sin esperanza, hasta que un día tiene una visión de una mujer con pulseras de plata y flores en l,os cabellos, que con gracia y delicadeza le abre los brazos, y le dice que entre, que lo protegerá de la tormenta. Al aperecer ella en escena, Dylan cambia la entonación de la estrofa, diferenciándola claramente de las otras nueve, cuya melodía es repetitiva, sin dejar de ser fascinante.

La felicidad, sin embargo, no será duradera. De pronto hay una enorme barrera entre él y ella, y nuevamente el hombre está en el desconcierto, en medio de un país extraño, hablando de desesperanza y desamparo. El final cabalga entre la afirmación, el lamento y el deseo: “si tan sólo pudiera retroceder el tiempo, a aquel momento en que Dios y ella nacieron”. El sonido metálico, brillante, de las cuerdas son las frases finales de un tema en el que resuena inquietante el delicado ofrecimiento de esa mujer mágica que, cual hada de los bosques, tocó su corazón y le dijo “Come in...I’ll give you shelter from the storm”.

Buckets of Rain es una suerte de declaración final. Ha habido muchas lágrimas, mucha lluvia, pero aún hay rayos de luna para ofrecer a la mujer amada y hay todo el amor del mundo por si ella lo quisiera. Arropado por el sonido mercurial que Dylan buscó para este disco, el Blood on the Tracks concluye dejándonos el hechizo de su belleza y su melancolía.

-VII-

Imposible permanecer indiferentes ante la caída de las máscaras de un Dylan que toma impulso en su nueva etapa musical, luego del interludio que significara para él la vida familiar y el sonido decididamente country y de resonancias bucólicas que caracterizó su obra desde 1968 a 1973. Entre ambos años, el inspirado John Wesley Harding y el intrascendente Dylan, uno de sus álbumes más criticados, y en medio de ellos el delicado Nashville Skyline (con su voz a lo Elvis Presley) y un expectante New Morning (1970), que con sus baladas, blues y coqueteos jazzísticos, hacía ya prever que el genio estaba por despertar.

El Blood on the Tracks es un álbum confesional, íntimo, grabado a pecho descubierto, y con el corazón en la mano. De allí el desconcierto de aquellos músicos que estuvieron con él en la grabación. Acostumbrados a los pruebas y al aprendizaje previos, tuvieron que apelar a su talento e intuición para seguir a un Dylan cargado de ideas y emociones prestas a desbocarse según su estado de ánimo y en el que no se admitía –ahora menos que nunca- la repetición y el ensayo.

Para Dylan, la interpretación está en función de los sentimientos, el humor, el ambiente, la pasión que lo envuelve al momento de hacerlo. Dylan va a una sala de grabación con algunos textos escritos, unas ideas en la cabeza y un sonido en particular en mente. Lo que finalmente queda registrado en la placa es un estado de ánimo del cantante, no importan los defectos de la interpretación, lo único a tener en cuenta es la espontaneidad, originalidad y todo aquello que revele de manera fiel el sentir del autor.

Guitarristas talentosos quedaron fuera del disco porque no sintonizaron con la forma de trabajar de Dylan, entre ellos Mike Bloomfield, célebre por su participación en el glorioso Highway 61 Revisited (1965), que contiene la versión original de Like a Rolling Stone. Sabían ellos de la crisis emocional de Dylan y de su dolor, pero no fueron capaces de seguirlo. El Blood on the Tracks fue grabado entre el 16 y el 25 de septiembre de 1974 en Nueva York, sin embargo, Dylan, pronto cambió de opinión y en vísperas de la salida del disco, le comunicó a la Columbia, su sello discográfico, que haría cambios importantes. Entre el 27 y el 30 de diciembre del mismo año, en un estudio de Minneapolis (Minnesota), con músicos locales regrabó algunos temas (Idiot Wind; You’re a Big Girl Now; Tangled Up in Blue; Lily, Rosemary and the Jack of Hearts y If You See Her, Say Hello). Importante es mencionar que en los créditos del disco, que finalmente vio la luz el 17 de enero de 1975, no figuran los músicos que participaron en Minnesota.

Gracias a las ediciones oficiales –Biograph (1985) y The Bootleg Series Volumes 1-3 (1991) es posible conocer aquellas versiones grabadas en Nueva York y que luego fueron desechadas. Robbie Robertson y Joni Mitchell le comentaron a Dylan que esas versiones eran mejores que las grabadas en Minneapolis. ¿Qué había en ellas que las hacía mejores? ¿Qué intentaba ocultar Bob?

Si miramos en retrospectiva, a mediados de los años setenta, Dylan aún seguía vapuleado por la crítica que no entendía ese ir a contracorriente –hacer country en plena era de la música paz y amor era inconcebible- de un Dylan encantado con la vida familiar, el campo y los amigos. Dylan habría sentido mucho temor de no haber sido comprendido. Y a Dylan siempre le gustaron las máscaras. Sin embargo, más allá de los ocultamientos, el dolor, la tristeza, la ternura, la ira, el desprecio, la humildad, el orgullo aparecen y desaparecen en el intenso viaje por el interior de un hombre que convirtió su crisis emocional y afectiva en una hermosa creación musical.

Lima, 24 de septiembre de 2006

Rogelio Llanos Q.

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