miércoles, 22 de octubre de 2008

Pasajeros y el precio de la libertad

El jueves pasado se estrenó Pasajeros de Andrés Cotler que sería el segundo de los cinco estrenos peruanos más esperados en el ambiente nacional. Ya se estrenó Vidas paralelas (Rocío Lladó), y tan solo faltarían Dioses (Josué Mendez), Un cuerpo desnudo (Francisco Lombardi) y El acuarelista (Daniel Ró), donde sería la cinta de Lombardi la inédita debido a que las otras dos ya se han presentado en el Festival de cine en Lima pasado.

Andrés Cotler es conocido por su previo ejercicio como crítico de cine colaborando en medios desde la revista de cine La gran ilusión hasta la revista Somos. El año pasado presentaría su corto, La casa de nadie, que fue transmitida por El placer de los ojos en octubre del año pasado y vuelta a pasar en la última sesión del programa de Ricardo Bedoya. Este corto de Cotler maneja lo que es una sutil temática sobre el encuentro con el pasado. El ambiente es un aire de nostalgia y a la vez una necesidad de no echar la mirada atrás, es un tópico muy personal la que nos expresa Cotler en este corto que no pasa los 20 minutos.

Pasajeros es una historia polifónica. Su temática central es sobre dos amigos que aspiran ese tan ansiado sueño americano. El desarrollo de los hechos es un encuentro con una serie de conflictos que nacen a su vez de los conflictos internos tanto de los personajes como del mismo contexto. El espacio es Lima, La Victoria. Hay una continua descripción sobre el estado desarraigado del lugar y esto como síntoma trae la misma suerte para sus habitantes. Pasajeros nos muestra a un inicio un estado de optimismo – tres niños a orillas de una playa caminando en un espacio libre hacia un lugar no definido. El corazón de La Victoria pasa a ser una suerte de quimera; violenta a la inocencia. Lo que un día fue un sendero de sueños, libertad y hermandad, luego se bifurca y transgrede esa idea de futuro, toda alianza se traiciona. El mismo espacio geográfico se vuelve una cárcel que atenta contra la moral y además te empuja a ir contra la ley pública. Los propósitos y las metas siguen siendo posibles más se han desvirtuado; lo que un día fue anhelo torna a ser necesidad. Los dos personajes principales de Pasajeros ya no conviven con los sueños sino con la necesidad de sobrevivir. Tanto la cárcel física (el penal) como la cárcel simbólica (La Victoria) van tomando nuevos conceptos. La cárcel física es el medio donde te reprimes, donde reflexionas más con una concepción distinta a la de retomar los buenos valores. La cárcel física es un medio que te empuja a reconsiderar una vez más lo antimoral y más aún cuando se sale de aquella prisión para asistir a la libertad aparente que a fin de cuentas es esa cárcel simbólica, esta ya no te hace reflexionar o a reconsiderar lo antimoral ya que es esta se presentaría como la única alternativa para el individuo que se ha forjado de raíz constantemente asistiendo a una vida fácil. El contexto es esencial ya que dialoga con sus personajes, se expresa desde sus fachadas hasta sus habitantes. La frase de “nada ha cambiado” es más que sugerente, ya el mismo aspecto negativo que habías dejado después de cinco años en la cárcel sigue latente; el mismo espacio social es reflejo del sujeto. Alternamente está la historia de un ex pintor muy famoso, víctima del olvido, del fracaso, de los golpes tanto de lo años como de la rutina a la que te va envolviendo un mundo sórdido. Esta es más que todo el lado estético y propuesta personal de Cotler que ya ha sido trabajo por algunos aunque con una perspectiva diferente.

Pasajeros respecto a sus protagonistas es lograda. La segunda participación de Pietro Sibille en su segundo largo es más que satisfactoria; la imagen de joven violento es retomada (en Días de Santiago personificaba a un ex combatiente del Cenepa) más es diferente a la anterior, es una nueva actitud, un nuevo comportamiento al personaje sobrecargado de psicología, aunque no deja de ser dueño de un conflicto interior, es el retrato de un sujeto más pasional también lleno de impulsos que Sibille sabe dominar. Es preciso mencionar también la participación de Eduardo Cesti que merece buen reconocimiento muy a parte de su larga trayectoria como actor. El personaje de Cesti esta sobrecargado de esa triste realidad a punto de perecer. Marcello Rivera a veces forzado, mientras que Mónica Sánchez en un rol que no logra adaptarse. La dirección de fotografía, una de las cosas más rescatables, está en armonía. Hay un juego de constantes contrastes que son aprovechados en la oscuridad con tonos tungstenos aprovechando el espacio sórdido que da al caso.

Podemos concluir que Pasajeros es una temática inusual y un estilo diferente al tipo de cine peruano que se ha ido “comercializando” en los últimos años, dejando casi de lado esa propuesta estética que va más allá de las imágenes o temáticas que son la que “el público quiere ver”. Cotler crea una armonía ya que su película no deja de ser un tema seductor, como es el tema de la violencia, a este se agrega una dinámica que es poseedora de puntos de catarsis específicos. La película tiene sus caídas, ya sea al momento de complementar los argumentos, de retomar ciertas remembranzas que son recuerdos al parecer casi innecesarios (tal vez con la idea de dramatizar o armar un conflicto interno) más en conjunto es una escena que deja buenas expectativas. Se debe ver.


Carlos Esquives Espinoza

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy poco cinematográfica la crítica

Anónimo dijo...

Sibille no actuo en La prueba?... o era otro.

Anónimo dijo...

Sibille ha participado en los siguientes largometrajes: Proof of Life (era Juaco, el terruco pasado de vueltas que se quería bajar al personaje de David Morse), Ojos que no ven (su fotógrafo era casi un figurante), Días de Santiago (su mejor rol hasta el momento), La prueba, La gran sangre (o El gran bodrio) y Pasajeros. Seis largos hasta el momento.

Anónimo dijo...

Esquives no califica para el blog.

Anónimo dijo...

Selecciona bien a tus críticos, Bedoya.

Anónimo dijo...

¡Sí, sí, sí! "Pasajeros" es un filme interesantísimo y el comentario es maravilloso.

JORGE LUIS VILLACORTA SANTAMATO

Anónimo dijo...

Pésima crítica cinematográfica. Una película interesante pero con fallas típicas de un filme cholo. Mal Cotler y su banda. Se salva Cesti.
VILLACORTA SANTAMATO vuelve a comentar así y TE MATO.

Carlos Esquives dijo...

Bueno al parecer creo que estamos equivocando lo que llegaría a ser el concepto de una crítica cinematográfica. Es evidente que yo me enfoco a un nivel temático y no por eso es ajeno a una crítica cinematográfica. Empecemos por decir que al hablar de una película como Pasajeros, La momia, Muerte de un burócrata, Cero en conducta, etc, no estamos hablando de un solo lenguaje sino de muchos (lease como ejemplo los escritos de Christian Metz). Existe lo que es un lenguaje cinematográfico: montaje, sonido, discurso y otros. En la crítica presento lo que es un tratado al discurso que llegaría a estar dentro del campo del análisis cinematográfico. Me defiendo de la primera y la última crítica. Respecto a las siguientes; la presencia de Pietro Sibille en Pasajeros será pues catalogada como su segundo largo más representativo (es posible que haya diferencias por aquel comentario; sean bienvenidos). Y por último, y creo es preciso pronunciarlo, mi crítica es neutral. El comentario de "se debe ver" no es un fin de vanagloriar la obra de Cotler, sino el de poner en aviso que el espectador debe de juzgar por sus propias espectativas. A esto se le agrega de que es preciso consumir (y aprovechar) el nuevo cine peruano (este no es tampoco un gesto de vanagloriar)que está pululando por esta época. A ver si de esta forma tomamos mejores conceptos para el cine peruano y de una vez por todas dejar de lado los estereotipos de cine "basura", "cholo" o "bodrio". No esta mal que el peruano se critique, lo que está mal es que se humille. Están servidos anónimos.

Anónimo dijo...

En completo desacuerdo con esta reseña, innecesariamente larga para una pelicula fallida, con una serie de clichés sobre la vida de marginales, su parecido con otro esperpento, como ciudad de m, donde los sectores marginales, én realidad populares, sólo son vistos fuera de la ley, tiene un tufillo clasista. Por lo demás, es evidente el desfase entre su creador y el referente que pretende representar.

Anónimo dijo...

Carlos Esquives, mejor te hubieras quedado callado. Insistes con la idea de que Pasajeros es el segundo largo más representativo del actor Pietro Sibille y dejas de lado La prueba. Por favor, revisa el film de Judith Vélez y comprueba que el personaje de Sibille es fundamental en el accionar de Miranda (encarnada por Jimena Lindo). En el viaje de ambos (que ocupa buena parte del metraje) es posible percibir la división que existe en la sociedad peruana. El antagonismo se ve representado en la pareja protagonista: Miranda (Lindo) y Saúl (Sibille), enfrentados por su lugar de origen.
Pero lo peor no es que te cierres ante la "presencia más representativa" de Sibille, sino defendiendo tu "crítica": primero hablas de un enfoque temático, luego balbuceas acerca del lenguaje (y citas mal a Metz), después sorprendes con un "tratado del discurso" y cierras con una supuesta "neutralidad".
Y de lo que se trata es de escribir con la claridad y sencillez expositiva -no de Bedoya que es un peso pesado- de, por ejemplo, Delgado o Contreras. Aprende de ellos.
Si vas a hablar de lenguaje cinematográfico o de análisis del discurso, no es necesario citar a notables extranjeros. Conversa con Chacho León (lee el libro que él y Bedoya escribieron) y si puedes que te presten un libro de Oscar Quezada, profesor autorizado para hablar de análisis del discurso.
Una cosa más: La crítica no es neutral ni objetiva. Sé subjetivo. Asume una posición. Pero habla claro.
Por lo demás, Pasajeros es una digna opera prima de Cotler. Hasta el momento, el mejor producto peruano que se ha estrenado en la cartelera (o el menos malo). Mañana te cuento 2 y Vidas paralelas son fallidas, dan verguenza. Aún no he visto Dioses (voy al cine los martes). Y, tal como tú, espero Un cuerpo desnudo de Lombardi y El acuarelista de Rodriguez.

una drama marginal que tiene momentos