jueves, 24 de marzo de 2011

Elizabeth Taylor



La biografía de Elizabeth Taylor (1932-2011) se sobreimprime a la de Hollywood desde hace setenta años. Ahí está, aún niña, a inicios de los años cuarenta, al lado de la perra Lassie en “La cadena invisible”, o confiando en el brioso caballo llamado a ganar la prueba de National Velvet en “Fuego de juventud”. Como Judy Garland o Mickey Rooney, la pequeña Liz Taylor es modelada por Hollywood, en la Metro Goldwyn Mayer y sus películas de valores familiares, sustentadas en la confianza por la prosperidad de postguerra y el deseo de ahuyentar los miedos de la guerra fría. Es la etapa de la radiante Liz, la de "Mujercitas". Y la de la hija del “Padre de la novia”, un clásico de Minnelli, encarnado por el satisfecho, racional y seguro de sí Spencer Tracy.

En 1951, la muchacha de los ojos de color violeta se revela como actriz dramática potente y objeto de deseo de un Montgomery Clift tentado por el arribismo y dispuesto a convertirse en asesino por ella. “Ambiciones que matan” (“A Place in the Sun”, de George Stevens) define su lugar en el mundo de las “estrellas” de entonces: es la dama de modales aristocráticos y belleza intemporal, vigente hoy y en el pasado, como la Rebeca de “Ivanhoe” y la Lady Patricia de “Beau Brummell”. Es un placer ver a Liz en las películas de la Metro de entonces, como "La última vez que vi a París", de Richard Brooks, o "El árbol de la vida", a pesar de su complejo de inferioridad frente a "Lo que el viento se llevó", e incluso en "Rapsodia". El Technicolor la favorecía, el género la disciplinaba, las neurosis personales aún no la tocaban, los directores de la casa -desde Minnelli hasta Richard Thorpe- la mimaban.

Conforme avanzan los años cincuenta, su imagen mediática se acerca a la de la socialité snob y modosa, como lo eran también Grace Kelly y acaso Audrey Hepburn. Liz luce engalanada, engreída, señorial, ahí donde Marilyn Monroe se mostraba confusa, inerme y voluptuosa. Y es la dama joven más bella, cortejada, rica y de gustos y antojos más caros. Mientras Liz disfrutaba de “parties” y salones, Natalie Wood secundaba a un “Rebelde sin causa” y, poco después, enloquecía de deseo y represión en la película más “húmeda” (en todos los sentidos posibles del término) de la historia: “Esplendor en la hierba”.

Luego de su éxito en “Gigante”, junto con su querido Rock Hudson y James Dean, la moda de Tennessee Williams la alcanza y se convierte en “La gata sobre el tejado caliente”, al lado de un Paul Newman atribulado por los avances eróticos de una sureña sofocada por los calores de un tejado de zinc. Más tarde vuelve a los dramas de Williams y hace también “De repente en el verano” –una vez más con su amigo Monty, el entrañable, complejo y secreto Montgomery Clift- y, a mediados de los sesenta, "Reflejos en un ojo dorado”, de John Huston, donde compitió con Marlon Brando en la exhibición del temperamento más zafio, turbio y masoquista en una película extraña, personal, de gran atractivo visual por el tratamiento cromática de tonos dorados.



Con su sexualidad descubierta desde "La gata..."–pero mostrada de modo oblicuo a causa de la férrea censura de Hollywood- hace de “call girl” en la más que olvidable “Una Venus en visón”, que le vale un Oscar, premio que luego recibe también por “Quién le teme a Virginia Woolf”, cumbre de la sobreactuación histérica.

En 1963, “Cleopatra” -una notable película de J.L Mankiewicz- resulta un fracaso comercial pero se convierte en el filme más icónico de la actriz: el maquillaje simétrico de sus ojos es parte central de la cultura pop de los años sesenta. “Cleopatra” la coloca, además, frente a Richard Burton, con el que inicia una relación tempestuosa pero productiva: hacen juntos cintas de éxito en las que hay de todo. Desde un melodrama sólido como “Almas en conflicto” de Vincente Minnelli, hasta películas de lucimiento escenográfico como “La fierecilla domada” de Zeffirelli, pasando por el show crispado y teatral de “¿Quién le teme a Virginia Woolf”?, el kitsch desaforado de “Boom”, de Joseph Losey, o los afanes folletinescos de "Los comediantes" o "The V.I.P.s", entre otras. En todos los casos, son vehiculos al servicio de la pareja más notoria de la época. Las cintas prolongan los titulares de la prensa y los chismes televisivos. Textos alimentados de otros textos: el estrellato como pura intertextualidad. Liz y Burton trabajan juntos, se exhiben juntos, se destruyen juntos.

Los años setenta marcan el inicio de la descomposición física y la decadencia de la carrera cinematográfica de Liz Taylor, luego de dos décadas de “estrella”, ícono de Hollywood, pasto de la prensa del corazón, figura de escándalo y personaje público que rozó la gloria y no rehuyó el esperpento.

Ricardo Bedoya

14 comentarios:

crashito dijo...

La película en la que actúa Elizabeth Taylor la dirige Mervyn LeRoy, no George Cukor.

R Bedoya dijo...

Es verdad. Corregido el error.

JUAN. dijo...

Ha muerto Elizabeth Taylor y me parece oportuno recordar a una actriz que encarnaba el "star system" bajo el cual Hollywood produjo muchas de sus grandes películas.

Dirigida por el veterano Clarence Brown, la Taylor alcanzó el estrellato como la única jockey con ojos color violeta en "National Velvet", un clásico del cine familiar. A partir de entonces, convertida en la flor más hermosa del basto ramillete de la MGM (sólo hay que recordarla eclipsando a June Allyson y Janet Leigh en "Mujercitas"), Liz trabajaría con los mejores artesanos -Mervyn LeRoy, Richard Thorpe- y con maestros tales como Vincente Minelli, que la convirtió en la novia más bella de la historia del cine en "El padre de la novia".

Su madurez como actriz y como mujer llegó de la mano de una obra maestra: "Un lugar en el sol" de George Stevens, la mejor película americana en opinión de Charles Chaplin. Quienes duden de la importancia de una estrella en el sentido clásico del término, deberían ver la primera aparición de la Taylor en la película. Con todo su talento, ni Vanessa Redgrave ni Gena Rowlands ni Meryl Streep podrían iluminar la pantalla del modo en que Elizabeth Taylor lo hace, ninguna otra actriz podría habernos hecho cómplices con su sola presencia del hechizo que sella el trágico destino de Montgomery Clift.

De allí en adelante, la Taylor sumaría un ingrediente a su glamouroso empaque de estrella hollywoodense: pasión. Como heroína de Tennessee Williams en "La gata sobre el tejado caliente" y "De repente el último verano", supo encarnar la neurosis de mujeres insatisfechas y asfixiadas por secretos inconfesables en el sur conservador de los Estados Unidos. Dando la réplica a grandes actores como Paul Newman o Katharine Hepburn, Liz se convirtió en las manos de genios como Richard Brooks y Joseph L. Mankiewicz en una competente actriz dramática.

Y si ello no bastara para ganarle un lugar en la historia del cine, sus excesos durante el rodaje de "Cleopatra" -que contribuyeron a la debacle del sistema de estudios-, su caché de un millón de dólares y sus escándalos amorosos que le valieron una condena del Vaticano, le cambiaron el rostro a Hollywood.

A tono con los tiempos, la Taylor se arrancó la piel frente a las cámaras en "¿Quién le teme a Virginia Woolf?", película moderna y contracultural donde las haya, dando al traste con su imagen de elegante belleza morena.

Liz Taylor fue una actriz que trabajó con Minelli, Stevens, Dmytryk, Brooks, Manckiewicz, Nichols, Huston, Losey... Que fue hija en la ficción de William Powell, Irene Dunne, Spencer Tracy, Green Garson... Que fue amada en la pantalla por Montgomery Clift, Robert Taylor, Paul Newman, Rex Harrison, Richard Burton, Marlon Brando... Que fue objeto del deseo de Rock Hudson y James Dean con el telón de fondo de los ranchos y pozos petroleros de Texas en "Gigante"... Y que vivió una vida más grande que la vida misma como estrella, activista de la lucha contra el SIDA y personalidad mundial.

Los ojos más bellos del cine se han cerrado... pero quedan sus películas para volver a admirarlos.

Pepe dijo...

Una actriz que utilizaba la intuición y la astucia como armas letales. Una mujer que vio cómo su resplandeciente figura se apagaba por los escándalos amorosos, sus matrimonios efímeros, su maldita adicción a la cirugía y su debilidad por el alcohol. Cómplice y amante del lujo desmedido, el glamour de la época y las grandes cruzadas, la Taylor siempre será recordada como una de las grandes divas de ese Hollywood envuelto en paño de oro. Su mejor actuación fue para mí en "Suddenly, Last Summer". Simplemente encantadora.

Oscar Contreras Morales dijo...

http://wwwunmundoperfecto.blogspot.com/2011/03/elizabeth-taylor-1923-2011-bella-entre.html

Anónimo dijo...

Ricardo, tienes k contratar a Juan.

max tello dijo...

Sí, Ricardo, está muy bien ese comentario.

sharon dijo...

wow ese juan si que sabe lo que dice

Carlos dijo...

¿¿Dónde quedó mi comentario??

Carlos dijo...

Por favor, pongan mi comentario donde dije que ese tal Juan a quien le revientan tantos cuetes simplemente hizo copy-paste de wikipedia y de varias fuentes para hacer su "comentario".

JUAN. dijo...

Solo una aclaración, no he hecho ningún copy paste para hacer mi comentario. Tal vez la persona que escribe al respecto se ha confundido porque he posteado el mismo comentario en otros blogs. En cuanto a haber revisado fuentes para escribir el comentario, me parece una práctica responsable para un mero aficionado como yo. En todo caso, no es mi intención generar polémica, sólo compartir mi apreciación sobre la partida de Elizabeth Taylor. Y en ningún caso me atribuiría concientemente la redacción de un texto ajeno.

Carlos dijo...

Por favor Juan, ese supuesto "comentario original" es una colcha de retazos de varias webs especializadas sin siquiera un mínimo de orden. Yo chambeo en monitoreo de noticias, así que no me puedes embaucar como a Max Tello o Sharon, que ya te ven como una eminencia cinéfila.

Tiendas Muebles dijo...

Sin lugar a dudas nos ha dejado una de las más grandes actrices de toda la historia de la cinematografía mundial.
No sólo hablamos de una belleza incomparable y una sensualidad arrolladora, sino también de un talento interpretativo fuera de común.
Ella sóla es capaz de mantener una película como "Butterfly 8", aburrida pero con una actuación magistral de la diva de los ojos violeta (con la que recibió su primer Oscar); o ser el complemento perfecto para sus compañeros de reparto. Ahora mismo estoy pensando en Un Lugar en el Sol, junto a Montgomery Cliff y Shelley Winters, o Gigante, junto a los siempre llorados Rock Hudson y James Dean.
Inolvidables también ¿Quien teme a Virginia Wolf?, La gana sobre el tejado de Zinc o Cleopatra.

Chat dijo...

Una verdadera pena, aunque sus ultimas apariciones ya no nos dijeran nada realmente de su gran cine.
Una actriz con una gran historia, a marcado epoca y es una de las grandes, lo sera para siempre.