jueves, 9 de febrero de 2012

J. Edgar



“J. Edgar” es otro retrato en negro de Clint Eastwood. Muestra al personaje y a su sombra. Al hombre público y a su secreto. Al intocable y a la fuerza reprimida que lo sostiene. A la efigie y su revés.


A primera vista, la película es una biografía convencional de John Edgar Hoover, director del FBI desde 1924 hasta 1972. Pero es mucho más que eso. Más allá de las cifras, datos, anécdotas y personajes reconocibles (Ginger Rogers, Charles Lindbergh, Robert Kennedy, Richard Nixon) que encontramos aquí y allá, la película se mueve en un equilibrio difícil. Habla de un poder absoluto construido a partir de la fragilidad y precariedad de una persona.


Eastwood retrata a un tirano que crea un sistema represivo, maníaco y clasificatorio, hecho de fichas y expedientes, intimidades guardadas y confidencias grabadas. Un tirano que lo es también consigo mismo, que reprime lo más auténtico de su identidad, para clasificarlo, encajonarlo y fijarlo. Es decir, para ocultarlo y apartarlo de la luz pública. El Hoover de Eastwood le impone a su país el régimen de represión tortuosa que establece para sí mismo, para sus propios deseos. Esos deseos que cataloga como si estuvieran en los estantes de la Biblioteca del Congreso.


Por eso, “J. Edgar” es una película espectral, filmada en claroscuros. Clint Eastwood penetra en la fantasía paranoica de un hombre que vive con alarma el sentimiento de amenaza y el miedo del entorno como una realidad cotidiana. Es la amenaza política de los bolcheviques y los liberales, de los gánsteres y los negros; es el temor a su propia sexualidad avivado por el discurso de una madre puritana y alucinada. Un hombre que vive y camina entre sombras y conspiraciones que la película expresa en el tratamiento fotográfico, que mantiene a los personajes en el umbral de la visibilidad. El dormitorio de la madre y las oficinas del FBI se convierten en opresivos y nocturnos espacios simbólicos donde se confunden lo público y lo privado. En la penumbra del dormitorio de la madre moribunda se dicta el riguroso marco moral que regirá las conductas de los ciudadanos de todo el país.


Como “Los puentes de Madison”, “J.Edgar” es una historia de amor que atraviesa el tiempo y se revela a través de una comunicación leída después de la muerte. Una carta de amor lésbico intercambiada entre Eleanor Roosevelt y una periodista de la Casa Blanca, pieza predilecta de los archivos secretos de Hoover, se convierte en expresión de aquello que J. Edgar y su compañero sempiterno, Clyde Tolson, nunca se dijeron de frente, mirándose a los ojos. En el clima crepuscular de las películas de vejez de Eastwood, los afectos son actos de la memoria.

¿Pero es “J.Edgar” una biografía fílmica o por el contrario una película que desmonta las bases fundamentales del cine biográfico? Aquí no encontramos un retrato contrito, piadoso, ni siquiera especialmente comprensivo con el personaje de Hoover, que ni luce ejemplar ni lanza epítetos para la Historia. O acaso sí lo hace, cuando lo vemos dictando a un “negro” literario la versión de su vida y contando la historia de cómo capturó a grandes delincuentes, empuñó armas y estuvo presente en los hechos decisivos de la historia criminal del siglo XX. Pero todos esos flashbacks son el producto de una calculada falsificación, de una fantasía megalómana. Al final sabremos que su relato heroico es una leyenda y que el Poder se sustenta en un tejido de mentiras. La biografía fidedigna se desploma. El hombre sigue siendo un misterio.

Ricardo Bedoya

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hasta hora es lo mejor que he visto del Oscar, otra gran pelicula de Clint Eastwood. Por el contrario George Clooney no convence en su papel de esposo arrepentido y esa rigidez en su rostro durante toda la pelicula le quita verosimilitud.

Anónimo dijo...

El Ciudadano Kane de Clint

Carlos dijo...

Anónimo, esta película no está nominada a ningún Oscar este año. Si no sabes, por favor no comentes.

Anónimo dijo...

Es una película apasionante pero no está nominada a ningún Oscar, ni falta que le hace y no es necesario ser tan duro con la gente que no sabe de las nominaciones. Como decían en esta misma página, es solo...el Oscar.

Anónimo dijo...

ya pe carlos, no seas tan duro con la gente ignorante.
si estuviera prohibida la opinion de gente ignorante en este blog, solo opinaria yo y por ahi 2 o 3 patitas mas.
y por otro lado, la segunda opinion del amiguito especialista en el oscar es tan escandalosa como la primera.