miércoles, 28 de marzo de 2012

El documental en debate. Cuestiona Emilio Bustamante.


Emilio Bustamante ha enviado estos comentarios que aluden a la reciente discusión sobre la atención prestada al documental por "Hablemos de cine" y la crítica surgida de esa revista. Como los asuntos que trata Emilio exceden los de un simple comentario, aquí va como un post independiente (Foto: "In the Year of the Pig", documental de Emile de Antonio):


"He leído con alguna tardanza los últimos posts de Chacho León, y lamento discrepar con varios de sus contenidos.


Estoy de acuerdo con él en que no debe ser el documental el único centro de atención de la crítica, pero sí creo que merece más atención de la que se le ha dispensado hasta hoy.

La presencia del documental es reducida, es verdad, en el circuito comercial, y también en el de los festivales internacionales, como Chacho señala. ¿Pero cuál es la causa? ¿Se producen pocos documentales? ¿La mayoría son de escasa calidad? ¿O hay una institución cinematográfica (no solo comercial sino también crítica y académica) que lo han considerado a lo largo de la historia inferior a la ficción, orientando así el gusto y las preferencias del público? Si revisamos los dos compendios de historia del cine probablemente más leídos en castellano (los de Sadoul y Gubern) veremos que el espacio otorgado al documental es mínimo, y aún menor el dedicado al cortometraje y al cine experimental. Sin duda, durante las décadas que esos libros abarcan se produjeron muchos más documentales, películas experimentales y cortometrajes de calidad que los que consignan. Una revisión de "El documental: historia y estilos" de Erik Barnouw nos revelaría parte de lo que Sadoul y Gubern excluyen en sus libros. Esto es importante porque esos libros constituyen un canon, es decir, un corpus de lo valioso en la historia del cine y una guía de lo que se debe ver. Lo que queda fuera se asume prescindible o menor.

Dice Chacho en uno de sus posts: “Yo tengo un enorme interés y respeto por el documental (y trato de ver documentales lo más posible), pero si me preguntan por las 100 mejores películas de la historia del cine, son pocos los documentales que entrarían en el listado. Y no porque piense que una película de ficción es ontológicamente superior a un documental, sino porque creo que los logros estéticos en el terreno de la ficción superan ampliamente a los del documental (dicho así en grueso), al menos hasta hoy. No sé qué sucederá más adelante. Como también si hacemos una comparación entre largos y cortos, es abismal la superioridad de los largos en términos de logros estéticos. Los cortos de Chaplin de la Essaney o de la First National son estupendos, pero son mejores "El pibe", "La quimera del oro", "El circo" o "Luces de la ciudad". Eso no significa desvalorizar el corto en absoluto”.

Temo que Chacho confunde sus preferencias con la realidad, que es más bien esquiva en este caso. Probablemente si le pidieran una lista de sus mejores películas a un crítico o realizador especializado en documental o en cine experimental, sus películas elegidas serían muy diferentes a las de Chacho. No por ello se le debería acusar a ese crítico o realizador de fundamentalista del documental o del cine experimental, como no se le puede acusar a Chacho de fundamentalista del cine de ficción. Se trata de gustos y preferencias. Chacho dice que le gustan las buenas películas, y que la mayoría las encuentra en el cine de ficción; es respetable, pero otro crítico podría encontrarlas en el documental o en el cine experimental.

Me parece arriesgado, sí, afirmar que los logros estéticos de la ficción superan a los del documental, o que los de los largos superan a los de los cortos. Un corto de Chaplin como "Easy Street" podría preferirse a "El circo", y "Un perro andaluz" a "El fantasma de la libertad". En el Perú, quizá las mejores películas que se han hecho son cortometrajes y documentales (los de Aldo Salvini y Gianfranco Annichini, por ejemplo). ¿Y si se hiciera una lista de las mejores películas peruanas, cuántos cortos y documentales incluiría?; ¿no serían acaso más que los largometrajes de ficción?

De otro lado, el conocimiento que tenemos sobre lo que se ha hecho y lo que se hace en documental en el mundo es, aún hoy, más limitado que el que tenemos respecto de la ficción. Limitación creada por la propia institución cinematográfica. Por ejemplo, durante años solo leíamos notas sobre los documentales de Emile de Antonio o Peter Watkins, pues verlos en Lima era casi imposible. Hoy, felizmente, eso está cambiando; pero no del todo. Personalmente, no me atrevería a emitir un juicio contundente sobre la superioridad estética de los logros de un hipergénero u otro, si es que no tuviera la seguridad de haber visto lo suficiente. Quizá este sea el caso de Chacho (quien ha visto mucho más que yo), pero aún así pienso que un juicio de ese tipo no podría ser absoluto; estaría sujeto a modificaciones, no solo por lo que traigan el documental y la ficción en el futuro, sino por lo que pueda descubrirse del pasado, ya sea apreciando por primera vez películas que ignorábamos o viendo de nuevo las ya conocidas, pero con otros ojos. No olvido la revaloración sincera que el mismo Chacho ha hecho en alguna ocasión de películas de Jonas Mekas o de los filmes soviéticos del deshielo.

Dice también Chacho: “Mauricio Godoy le cuestiona a Bedoya (y a la tradición crítica de "Hablemos de Cine") no ocuparse suficientemente del documental. Yo pregunto: salvo unas pocas publicaciones especializadas y algunos festivales también especializados, ¿cuántas revistas de cine en el mundo le otorgan la preferencia al documental y cuántos de los principales festivales lo hacen? ¿Eso significa discriminación, marginación o significa reconocimiento de una situación de hecho en la que la ficción tiene para la institución cinematográfica en general, pero también para los fueros de la expresión personal un peso mucho más significativo? Es decir, lo que en el fondo dice Mauricio de Bedoya y de mí (porque creo que se equivoca en muchas menciones o comentarios puntuales) lo podría decir de toda la historia de "Cahiers du Cinema", de "Positif", de "Sight and Sound", de "Screen", de "Film Comment", de "Cinema Nuovo", de "El Amante" y de casi todas las más importantes revistas que se han hecho en el mundo. Y lo mismo de casi todos los críticos individuales, de casi todos los festivales y reseñas. ¿Es que casi todos viven en el error, en las tinieblas de esa ficción que obnubila? No lo creo. Creo que es lo que corresponde a lo que, mal que bien, constituye el ‘estado de cosas’ mayoritario y dominante, para bien y para mal”.

Chacho considera que no se debe descalificar a quien solo da cuenta de un estado de cosas, y estoy de acuerdo con él; pero creo que la crítica no debería limitarse a dar cuenta de un estado de cosas, sino también cuestionarlo. Y cuestionar, ¿por qué no?, a la institución cinematográfica y su canon, pues la hegemonía de la ficción en el cine no es un estado de cosas natural sino un fenómeno históricamente motivado. La ficción cinematográfica tenía detrás una larga tradición narrativa, un público acostumbrado a los códigos del entretenimiento de masas (a través de la novela popular y el folletín), y fue tomada por una industria que lucraba con ella, que le otorgaba canales de distribución y exhibición, y espacios privilegiados en otros medios de comunicación de masas (como la prensa, vinculada a la crítica valorativa). Los canales de exhibición y crítica del documental fueron más restringidos. Que se crea que el documental tiene menos logros que la ficción es también producto de su poca difusión, crítica y valoración, de su casi desaparición de los textos más populares y canónicos de la historia “oficial” del cine por décadas.

En cuanto a los fueros de la expresión individual, tampoco creo que estos sean necesariamente mayores en la ficción. No se hallan fácilmente, por ejemplo, en los largometrajes de ficción de la gran industria norteamericana; y algunos directores que alternan las realizaciones de ficción con documentales han encontrado a menudo un mayor espacio de libertad expresiva en estos últimos (Barbet Schroeder, por ejemplo). De otro lado, cada vez apreciamos más “documentales de autor”, especialmente entre los jóvenes. Aquí en el Perú hay varios ejemplos (Mary Jiménez, Juan Alejandro Ramírez, Marianela Vega, Malena Martínez, Leonardo Sagástegui, Sofía Velázquez, Gaby Yepes, Omar Quezada, etc.). Habría quizá que examinar cuan reciente es este fenómeno, pues, en realidad, el llamado documental de autor no es tan nuevo; inclusive algunas películas de los años veinte del siglo pasado consideradas por años “experimentales” son ahora catalogados como documentales de modalidad poética por Bill Nichols.

Creo, por último, que el post del blog de Mauricio que motivó este debate no era afortunado. El autor “culpaba” a Hablemos de Cine y especialmente a Ricardo Bedoya de la poca importancia otorgada al documental en el Perú. En todo caso la responsable sería toda la institución cinematográfica internacional (a la que Chacho alude citando revistas y festivales). Es anacrónico exigirle a Hablemos que rompiera tan drásticamente con la institución dándole al documental un estatus semejante al de la ficción. No podía hacerlo; no existían entonces los canales y las fuentes de conocimiento que hay ahora, y, aunque innovadores en no pocos aspectos, los redactores de Hablemos no estaban en condiciones de apartarse tan radicalmente de la tradición. En cuanto a la responsabilidad de Bedoya, creo que, precisamente, de los críticos salidos de Hablemos quien más se ha aventurado en valorar las expresiones alternativas al cine de ficción hegemónico ha sido Bedoya, de modo que la mención de Mauricio no era justa. Esos errores, por cierto, no convierten a Mauricio en un irresponsable ni lo invalidan para la academia. Al contrario, creo que la gran mayoría de los posts en el blog de Mauricio son sumamente apreciables y orientadores, y que su dedicación al documental es importante en nuestro medio.

En lo que respecta a las menciones que hace Mauricio de mí, sí me extrañan pero no me divierten. Insisto, no creo haber sido el primero en nada ni tener influencia alguna en Bedoya."

Emilio Bustamante.

3 comentarios:

Javier Becerra dijo...

Respeto y aprecio mucho a Emilio Bustamante, porque ha sido uno de los pocos críticos (y profesores) que no "pondera" ni categoriza de manera absoluta al momento de dar su opinión, sino que permite el diálogo y la reflexión.

Hablar de mayores "logros estéticos" sobre tal o cual género es risible y ridículo; es como decir que la "novela" tiene mayor logros estéticos que la poesía o el "teatro", es esto posible? Si hablamos de la cinematografía nacional este comentario se puede aplicar? No sólo estamos hablando de géneros con dinámicas de producción y realización distintas sino que lo más probable es que Chacho haya visto más ficción que documental. En esta afirmación, Chacho simplemente muestra su poco interés en llevar la discusión a otro nivel, quedándose simplemente en el mero gusto, además de no demostrar su conocimiento real sobre el género. Y en el caso del cine nacional, la cruda realidad es que dentro de la historia del cine mundial, los nombres de documentalistas peruanos están entre los grandes de grandes, logro (este si creo que se puede llamar como tal) que dudo que tengamos por parte de algún realizador de ficción. Pero decir esto sirve para algo? Nos sirve para construir una mejor perspectiva hacia el cine?

De seguir este razonamiento yo afirmaría que no hay película de ficción que logre el nivel de "logro estético" de las películas de Marker (no sé si llamarlas documental o tan sólo cine) o de la obra de Stan Brackhage o Errol Morris, o de cualquiera de mis realizadores favoritos. Esto no nos lleva a ningún sitio.Y para poner la cosa más difícil, en muchos casos la línea entre Documental y Ficción es tan sólo una tara más que una realidad. Y acá recae el problema de la crítica nacional, la opinión nace del hígado y el gusto y no del corazón y la técnica.

Creo que hay una realidad es que dura de aceptar, que gran parte de nuestra crítica, nuestras autoridades y el público desconoce el género documental en una perspectiva mayor al documental periodístico y expositivo. El hecho de quitarle la categoría de "película" al género y sólo otorgarle este uso a la ficción es un gran signo de ello. Ojo no estamos hablando de un público cualquiera, es parte del uso cotidiano de realizadores, críticos y académicos, lo vengo escuchando desde siempre, y más que un llamado a la discusión es un desaliento ante tan atrevida ignorancia.

Creo que la crítica peruana ha tratado más en ponderar (esta es la mejor película nunca antes hecha, esta es mejor que la otra....) en vez de ayudarnos a entender, valorar y querer más al cine.

Y en esto la labor de Bedoya (de existir un giro o no en su crítica, giro que yo si siento) es valiosa, siempre y cuando se pegue más a Bustamente y se aleje de un Chacho.

Javier Becerra dijo...

Quisiera agregar que es fácil criticar y encontrar errores en los pocos "académicos" que se dedican a nuestro cine, es una costumbre en este país hacerlo y creo que en el cine es pan de cada día, asumo que no es primera vez que te critican Ricardo. He leído todos los comentarios de la discusión y no me quedo con casi nada. Tal vez es importante notar lo importante que es tener espacio como EL diario de Satán y Hablemos de documental; siempre y cuando se intente dar "posibles" respuestas y no verdades absolutas e impermeables, error quizá de Mauricio en sus afirmaciones.

JD dijo...

Error quizás, pero ha conllevado a este desenlace y excelente interveción de Emilio. Era algo que no se tocaba hace tiempo y tal vez no se hubiera tocado de esta manera si no hubiera generado una "polémica". Ojalá no haga falta nuevamente y se haga costumbre debatir estos temas tan canónicos que los festivales más interesantes andan cuestionando.... FIDMarsella fue el primer festival de documentales en admitir películas de ficción en competencia documental, Punto de Vista también tiene una postura más abierta aceptando grandes cantidades de cine experimental que mantienen un "punto de vista", Venecia tiene la sección Orizzonti donde no cuestionan duración ni género. Y claro diferenciar entre un corto y una "pelicula" (largometaje), es también tan ridículo como decir que los cuentos de Borges son menos valiosos que cualquier novela. Una película es un evento, sucede en el tiempo con imágenes, ese es la única categorización que debería considerarse y que la diferencia de otras artes... Es importante estar al día con la crisis de la realidad que se está atravesando y que el cine simplemente refleja esto...

Hace unos meses tuve la suerte de conocer a Craig Baldwin, genial cineasta californiano que viene practicando esto desde los 70s, y me comentó que prefiere enseñar a sus alumnos que es una obra ficticio que qué es el documental o experimental. Por lo mismo que estos géneros son mucho más complejos y parten de la marginalización. Incluso sus obras hechas siempre con material de archivo de films institucionales tienen finales que bordean el sci-fi... pero cuando el artificio es evidente y no se pretende un "engaño", la narrativa toma otra vuelo.